Es bien conocido que las vacaciones de un soltero pueden ser las más extremas y divertidas que sin lugar a dudas marcan una etapa increíble en la juventud de cada uno de nosotros, sin embargo hay ocasiones en donde todo se puede convertir en “justo lo que no queríamos que pasara”
Yendo en un auto a toda velocidad, con la cajuela llena de botellas, refrescos, botana y hasta fruta por la avenida que rodea la costa de la playa, en una ciudad de paraíso siempre es motivo de goce, ahora, si le sumas la bella compañía de tus amigos más cercanos y la briza de la noche hace que te pierdas, y así, abriendo garganta y gritando pasaban las horas, en un auto descapotable, no de último modelo pero de muy buen ver, recorrimos sin percatarnos del tiempo lo que fue la noche más increíble de mis vacaciones… realmente me sentía libre y segura de mis decisiones, llena de energía y completamente borracha de alegría…
No sé en qué momento, o tal vez no lo recuerdo llegamos al hotel, creo que más de un huésped se quejo, pues nuestra discreción al llegar y lograr subir al cuarto donde nos hospedamos se convirtió en la hazaña mas invencible del universo… y así al fin para descanso de muchos llegue a mi cuarto, un maravilloso cuarto de hotel, de numero de estrellas que le quieras poner, donde se respiraba frescura y descanso por fin todo comenzaba a relajarse hasta que tocaste a la puerta, te abrí sonreí, no sé si por el gusto de encontrarte o por el nervio que sentí al verte… total lo que podría haber sido el inicio de un buen descanso termino en la resolución de nuestros problemas, por fin comprendía lo que hace tanto tiempo intentaste decirme y finalmente me sentía aliviada de poderte expresar mi sentir, creo que lograrnos reconectarnos, perdernos por un momento… pero que gran susto me meti al vernos sorprendidos, interrumpidos por mi otro gran ser imponente en mi vida, por aquel por quien yo daría mi vida como la di alguna vez por ti… como se diría vulgarmente “se me cayeron los calzones” y ahora los tenia a los dos, en el mismo lugar, en el momento equivocado, en la peor situación. Y él que no había renegado de mi nunca, el que siempre me había apoyado y sostenido en mis malos ratos ahora se encontraba en el lugar que tu dejabas, se encontraba mirándome con esos ojos tan profundos que llegaban a ser los mas fríos, no sabía leer si era desilusión, tristeza o simplemente infinito coraje… pero ahí estaba reclamándome de la forma más correcta mi torpeza, mi desdén, insultándome dulcemente como solo él lo sabe hacer… me sentí derrotada, creo que no podre tenerlos a los dos contentos y a mi lado, se me partió el corazón al escuchar de la voz que quien más admiro las palabras más hirientes pero a la vez amables sobre mi persona, y tú, que por fin creí que serias mi gran príncipe que desafiarías cualquier trol por el descanso de mi alma… no hiciste nada, simplemente te quedaste callado, eras el silencio en el cuarto, el mar gritaba mas la injusticia que tu, y simplemente me derrumbe… cuando me di cuenta de la realidad, mi corazón latía mas fuerte que nunca, odiaba estar entre los dos, entre la espada y la pared y creí no merecer a ninguno, creí que la solución sería salir corriendo y tratar de explicar, seguir a aquel ejemplo de vida que tanto amo lo equivocado que estaba sobre mi persona… pero sabía que al salir corriendo, tu simplemente te irías… y qué hacer, qué decidir a dónde volar, con quién desahogar todo este sufrir, toda esta desesperación, dónde depositarla con un puñetazo, a quien matar, a quien matar… a quién matar, solo a mi consciencia, pues ella me recuerda que no debo soltarme de mi pilar, para tratar de alcanzar el papalote de tu vida sin dirección, que no debo de acelerarme dejando todo atrás, sin asegurarme que al caer estaré de nuevo en otro pilar…
Bendita fue la luz que iluminó mis ojos y me hizo recordar, que no eran vacaciones, no era fin de semana y todo simplemente había sido la broma más pesada del alma a la mente mas cansada de esperar…
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